DATOS EDICIÓN
Edición impresa
Edición digital PDF
11,80€
Muchas personas no quieren vivir en libertad. Prefieren no tomar decisiones y que otros decidan por ellas: sus padres, sus vecinos, los amigos...
Para vivir en libertad hay que educar la libertad.
El mundo es confuso, está lleno de opciones, y los niños y los adolescentes tienen que tomar tantas decisiones que siempre existe el peligro de dimitir y dejar que su vida la elijan otros. Educar en la libertad comienza por hacer descubrir a los adolescentes que tienen una vida propia que tomar en sus manos, y continúa por enseñarles a deliberar, a pensar antes de tomar una decisión de la que, luego, se pueden arrepentir.
Los adultos no tenemos derecho a imponer a nuestros alumnos ni a nuestros hijos nuestras ideas, nuestras concepciones ni nuestros proyectos de vida; sin embargo, tenemos hacia ellos una responsabilidad educativa: la de iniciarlos en aquellos valores que sabemos que dan calidad a la vida humana y advertirles que determinados comportamientos nos degradan como personas. Y, para ello, debemos ser fieles a nuestra memoria. A aquellas experiencias claves en las que hemos descubierto una mejor forma de vivir y a aquellas otras que jamás querríamos que se repitieran. Por eso, educar es un compromiso con la memoria.
Nota del autor
Introducción
1. ¿A qué llamamos educación?
2. La persona como ser histórico. El proceso de su apertura al mundo
3. Los valores educativos de nuestra sociedad contemporánea. El concepto de educación como iniciación
4. La relación educativa
5. La autoridad en educación
6. La libertad en educación