En un tono totalmente vitalista, la cultura del amor y de la solidaridad se convierte en el hilo conductor de la historia de Manu y Natalie, dos jóvenes enamorados que proyectan sus vidas en el Tercer Mundo. “Días de barrio”, la primera parte del relato, es sólo el marco de referencia que sirve de encuentro a los protagonistas, un espacio evocado con maestría a través de breves pinceladas descriptivas, donde los hechos se presentan de manera lineal, y que nos conduce al clímax argumental de la novela en la segunda parte: “África saharaui”. La vida en los campamentos saharauis y la historia del Sahara Occidental aparecen fielmente retratadas en estas páginas donde la autora despliega sus geniales dotes de narradora, así como su seria labor de documentación, al tiempo que mantiene viva la esperanza de un pueblo condenado al exilio, de hombres y mujeres, ancianos y niños, que lloran al azul del Atlántico infinito.
Mi mundo sin fronteras
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