El mundo se compone de cosas. Ellas van construyendo nuestra identidad, nos proporcionan estabilidad y coherencia, y en ellas queda escrita nuestra historia. Nos hacen terrenales, temporales, espaciales. Las cosas, los espacios que crean, los tiempos que requieren e imponen, los sentimientos que provocan, los movimientos que incitan y permiten, las acciones que sugieren, los cuerpos y las mentes que modulan… Sin embargo, nosotros solo vemos de ellas su utilidad y su eficacia, su instrumentalidad, su capacidad técnica, no su potencial experiencial, mental. Les negamos el ser y el hacernos lo que fuimos y lo que somos. Mentes corpóreas. Mentes de cosas. Acaso solo cosas.
El Seminario Interuniversitario de Teoría de la Educación celebra su XL edición en la Universidad de Salamanca volviendo la mirada a ese otro papel que desempeñan en silencio las cosas en los procesos de educación de los sujetos y al que ya están teniendo, no tan calladamente, las no-cosas en este nuestro mundo onlife.
No vemos las cosas como meros instrumentos u objetos que configuran escenarios donde se hacen cosas; tampoco tenemos visión antropomórfica. Las cosas son componentes imprescindibles en la constitución y configuración del mundo que habitamos los humanos, y, por ende, cabe pensar con fundamento que conforman los cuerpos y las mentes del humano. Nos hacemos, construimos y utilizamos mutuamente. Y en ese entrelazamiento radica su potencialidad educativa abierta a nuestra capacidad pedagógica. De nosotros depende verlas, pensarlas, tocarlas y quererlas de una u otra manera, conscientes siempre de que «durarán más allá de nuestro olvido; no sabrán nunca que nos hemos ido». Es nuestro presente y su futuro.

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