Ignacio Calderón Almendros

Biografía

Es doctor en Pedagogía, Profesor Titular del Dpto. de Teoría e Historia de la Educación y M.I.D.E. de la Universidad de Málaga y miembro del Grupo de Investigación Teoría de la Educación y Educación Social de la UMA. Sus líneas de investigación se sitúan en la educación inclusiva, fundamentalmente en la naturaleza social de la discapacidad, la desventaja sociocultural y los procesos de exclusión. Entendiendo la investigación como una forma de activismo, utiliza la etnografía para estudiar la construcción de la identidad y la experiencia educativa, y la Investigación-acción como estrategia para provocar transformaciones. Es miembro y asesora científicamente a entidades en la defensa del Derecho a la Educación y ha colaborado con distintas Universidades de América Latina, y con Grupos de investigación en educación de Estados Unidos, Reino Unido y Japón. Ha sido invitado a impartir conferencias en numerosos países de Europa, América y Asia, y ha publicado en algunas revistas de referencia científica internacional en educación, siendo miembro del equipo editorial de algunas de ellas.

Entre los libros que ha escrito destacan Educación, hándicap e inclusión. Una lucha familiar contra una escuela excluyente (Octaedro, 2012), “Educación y esperanza en las fronteras de la discapacidad” (Cinca, 2014, premiado por el Comité Español de Representantes de Personas con Discapacidad y por la International Association of Qualitative Inquiry – EE.UU.), Sin suerte, pero guerrero hasta la muerte (Octaedro, 2015), “Fracaso escolar y desventaja sociocultural” (UOC, 2016) y Reconocer la diversidad (Octaedro, 2018).

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Publicaciones

Educación, handicap e inclusión

Educación, handicap e inclusión

Este libro es una narración reflexionada sobre la experiencia de Rafael Calderón Almendros —primer español con síndrome de Down que obtiene el grado profesional de Música— y su familia en la confrontación con la institución escolar en la que terminaba la Educación Secundaria Obligatoria. Después de una prolongada vida escolar de Rafael en el centro, la institución pierde el sentido de la educación que ofrece y niega derechos al alumno valiéndose de estrategias segregadoras soterradas que, respaldadas por la legitimidad de la institución y sus profesionales, son difícilmente combatibles. A pesar de ello, la familia —embarcada en un proceso de investigación-acción con la colaboración de otros profesionales de la educación— emprende una lucha pedagógica que apuesta por el reconocimiento de los aprendizajes del alumno. Aquí reside la fuerza de la investigación: los análisis críticos nacen de las vivencias de uno de los grupos más oprimidos (las personas con hándicap) y se trata de una realidad rigurosamente registrada.
Desde una perspectiva inclusiva, comprometida y radical, el texto presenta un importante potencial contrahegemónico, ya que los hechos posteriores han avalado la perspectiva inclusiva de la familia: Rafael aprobó la ESO, el Bachillerato y los diez cursos de los grados elemental y profesional de Música. Obtuvo por ello la Medalla de Oro al Mérito en la Educación de Andalucía. Admitido en la prestigiosa Academia de Estudios Orquestales Barenboim-Said y esponsorizado por la marca internacional de instrumentos musicales Yamaha y estudiante del grado superior de Música, Rafael ya no tiene que demostrar nada.
Es hoy un argumento vivo que cuestiona muchas de las habituales prácticas escolares y nos impulsa a repensar el compromiso de los educadores en la estimulación de la participación de toda la comunidad escolar, en el fomento de la autonomía del alumnado y en el reconocimiento de los demás en sus derechos humanos y sociales.

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Análisis y propuestas para una nueva Ley Educativa

Análisis y propuestas para una nueva Ley Educativa

El debate parlamentario sobre el proyecto de Ley Educativa se ha encontrado, sin pretenderlo, en medio de un momento histórico. La pandemia del COVID-19, los meses de confinamiento y el posterior retorno a las aulas nos están invitando a volver a valorar la escuela en sentidos que nunca antes nos habíamos tomado tan en serio, a pesar de que las investigaciones pedagógicas los vienen evidenciando desde hace décadas. Con el confinamiento desapareció la escuela física, y con ella se mostraron con mucha fuerza su valor social y educativo: necesitamos las escuelas, porque generan nuevos universos posibles, nuevas libertades, y el desafío de las desigualdades que atraviesan nuestras sociedades. El efecto educativo de la pandemia ha mostrado una incidencia desigual, afectando especialmente a las poblaciones más vulnerables, que ya venían sufriendo unas dolorosas cifras de fracaso escolar y abandono educativo temprano.

Estos meses hemos escuchado reiteradamente lo que niños, niñas y jóvenes han extrañado más de las escuelas: las personas que las habitan y los vínculos que se construyen en ellas. Junto a esta evidencia, han ocupado un lugar destacado en nuestras vidas cotidianas las artes y el ejercicio físico, y emergían diversas formas de solidaridad. Estas cuestiones, insuficientemente valoradas por las escuelas, así como la evidencia arrojada por investigaciones internacionales sobre la necesidad de prestar más atención al bienestar del alumnado, nos invitan a redirigir nuestras miradas hacia lo esencial: necesitamos escuelas que satisfagan nuestra naturaleza humana en su curiosidad y necesidad de aprender, a la vez que se favorece la equidad, poniendo especial atención en las poblaciones en desventaja. La pandemia ha evidenciado nuestra interdependencia. Nos necesitamos, y las escuelas son uno de los recursos sociales más preciados para construir con sentido nuestras relaciones, y hacerlo a través de un impulso decidido a la educación inclusiva.

Este texto ofrece algunas propuestas para asfaltar ese compromiso, que emerge de una serie de conversaciones entre estudiantes, familias, profesorado, investigadores/as, equipos directivos y representantes políticos llevadas a cabo durante el confinamiento por la pandemia del COVID-19. El valor de estas conversaciones residió en la escucha. En un momento de debate público sobre la nueva Ley Orgánica de Educación, escuchar las voces de diferentes miembros de la comunidad escolar es un ejercicio necesario para la construcción de un sistema educativo que pretenda atender las necesidades de todas las personas sin excepción. El momento que atravesamos es crítico, pero también nos permite ver con más claridad lo sustancial: nos necesitamos. Y solo una sociedad que haya aprendido a convivir con las diferencias y a valorarlas podrá responsabilizarse de una sociedad que cuida el bienestar de todos sus miembros. La educación inclusiva es el germen de sociedades inclusivas.

Coordinadores: Ignacio Calderón Almendros y Mª Teresa Rascón Gómez

Autoría: Herminia Asencio Postigo, Luz del Valle Mojtar Mendieta, Mariana Alonso Briales, Florencio Cabello Fernández Delgado, José Manuel de Oña Cots, Jesús J. Moreno Parra, Arasy González Milea, Cristina Redondo Castro, Cristina Vega Díaz y Eduardo S. Vila Merino

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Sin suerte, pero guerrero hasta la muerte

Sin suerte, pero guerrero hasta la muerte

«¿Yo qué gano con esto?» Esas fueron las palabras del chico cuando le dije que quería escuchar su historia educativa, pero la promesa de conversar sobre su vida resultó más que suficiente. La medida de aislamiento en la celda del reformatorio le volvía loco, en realidad, llevaba años aislado. Un educador me contó que habría necesitado un maestro que lo escuchara… Así empezó a contarme sus avatares: «Yo he vivido demasiado para la edad que tengo. Tengo 17 años y me llamo José».
Durante las siguientes semanas, José Medina me habló de su padre, de cómo aprendió a leer en la cárcel y de su relación con el alcohol. Me contó que su madre casi siempre había limpiado en casas de señoras, que su barrio no era de señoritos, que le expulsaron del colegio por las junteras que tenía y por la fama, que acaba pesando demasiado. Me habló de maestros sin rostro, de asignaturas sin sentido, de vidas en la calle, de robos y drogas… Me regaló algunas lecciones de sinceridad, de buen corazón, de valentía, resistencia y sueños.
Estas páginas recuperan aquellas sobrecogedoras narraciones. No cuenta con sesudas elaboraciones teóricas, sino con la valiosa experiencia de un chico real que desmonta con sus vivencias algunas ilusiones y falacias que imperan en la sociedad. El protagonista se abre en canal para que otros podamos entender que la escuela fabrica el fracaso escolar, y que ha de cambiar para construir justicia social y liberar a las personas de sus situaciones de opresión y exclusión. El formato biográfico del texto, el lenguaje cotidiano que utiliza, y la trepidante y compleja vida del protagonista hacen que esta obra sea de interés para cualquier persona interesada por la infancia, y de gran utilidad para estudiantes e investigadores de cualquiera de las ramas educativas, la sociología y la psicología. Unas páginas que no dejan indiferentes y nos invitan a luchar por las personas.

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Reconocer la diversidad

Reconocer la diversidad

Este es un libro concebido para disfrutar cuestionando nuestras formas de pensar, sentir y actuar respecto a la educación y las diferencias. Hemos pensado que podríamos revisar nuestras certezas, como cuando volvemos sobre nuestros pasos al ver que el camino tomado estaba equivocado. Para ello te proponemos la inmersión en estas páginas con la razón y los sentidos abiertos a lo que está por venir. Quizás de ese viaje interior hacia nuestras propias diferencias nazca un nuevo espacio –todavía negado– para lo extraño. Para deformarse.

Una sucesión de imágenes y palabras quieren invitarte a ese viaje que supere la indiferencia y que permita el cambio. Las imágenes sitúan en un lugar bello a la par que incómodo para enfrentarse a los textos. A través de estos y otros lenguajes puede surgir el cuestionamiento de lo que hoy se nos presenta como absoluto e incuestionable, pero que asola el mundo de sinsentidos que nos dominan y someten.

Estas páginas quieren inquietar, sí. Porque la quietud duele. Y porque, al alterar el orden, también surgen nuevas esperanzas.

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