1266 años lleva el castillo de Jódar en la historia documental, aunque probablemente sus orígenes sean mucho más antiguos; la arqueología documenta la presencia de civilizaciones preislámicas muy cerca de Jódar al ser paso de importantes vías de comunicación desde la antigüedad, por lo que no podemos descartar taxativamente un asentamiento en Jódar anterior a la ocupación musulmana, hecho que vuelven a avalar los estudios históricos actuales. Con esta obra se documentan algunas afirmaciones que se habían escrito sobre la fortaleza o la propia historia de Jódar, y caen algunos mitos y consideraciones sobre el castillo.
Nos encontramos ante uno de los castillos más significativos del antiguo Santo Reino de Jaén, lugar escogido por importantes tribus árabes y personajes políticos de primera línea, pieza clave en las rebeliones muladíes de finales del siglo IX, cuando ya era una imponente alcazaba, que se convirtió en gran fuerte en el siglo XII, de cuya época deben de ser los restos existentes, siendo Jódar una de las ciudades más importantes de la Cora de Jaén y cabecera de distrito por su producción aceitera, exportación de tintes y tejidos, mercado comarcal y cuna de sabios, siempre disputada por los diferentes linajes musulmanes. Con la conquista castellana en torno al año 1229 se convirtió en sede del adelantamiento mayor de la Frontera con el reino nazarí de Granada de la mano de Sancho Martínez de Xodar, uno de los personajes políticos más influyentes de su época, al que el rey Fernando III nombró señor de un excepcional señorío laico en Andalucía, por lo que fue reforzado el castillo con nuevas técnicas constructivas, edificándose la llamada Torre Vieja. Desde finales del siglo XIII la fortaleza había perdido ya su importancia como primera línea en la Frontera, pasando a ser una guarnición militar de aprovisionamiento, comercio y fuerza de choque en la retaguardia. En el año 1328, aprovechando una larga tregua y las turbulencias políticas internas de Castilla, fue reconstruida la mayor parte de la fortaleza por el maestro Hamete de Jahen, añadiéndole la llamada Torre Nueva y las murallas de la villa, que soportaron las cabalgadas y asaltos de una tierra de Frontera durante más de dos siglos y las luchas nobiliarias y guerras civiles del siglo XV, convirtiéndose en uno de los más fuertes y bellos castillos de la comarca, siendo de los pocos que poseen dos torres del homenaje en estilo mudéjar, que pasan por ser de las de mayores dimensiones de la provincia de Jaén. En la década de los años 70 del siglo XV es remodelado para adaptarlo a residencia señorial y almacén del Mayorazgo de Jódar, función en la que permanecerá hasta el siglo XVII, con algunas remodelaciones más. El castillo quedó como testigo de una época y reafirmación en Jódar del poder señorial de quienes serían ya lejanos marqueses de Jódar a partir del año 1618, avasallando más a los sufridos habitantes de esta ciudad, hasta que el poder y el prestigio les hizo olvidar esta residencia que cayó en la ruina total y el abandono durante más de 250 años.
Con la recuperación de su prestigio e historia en el siglo XX, se comenzó un proceso de rehabilitación, no sin polémica, que le hizo ser famoso por sus modernas técnicas de restauración, quedando recuperado este edificio para uso cultural de la ciudad de Jódar. La administración andaluza le otorgó la protección como Bien de Interés Cultural, y el Estado español la consideración de conjunto histórico, lo que garantizaba su conservación y puesta en valor.