El objetivo de este trabajo es demostrar cómo la literatura española resulta un recurso didáctico apropiado para la enseñanza-aprendizaje de lenguas, porque favorece cuatro competencias básicas: comunicativa, escrita, cultural y literaria. Para ello, nos centraremos en textos de la Edad de Oro y en cómo estos pueden ser un recurso más en la clase de español como lengua extranjera (ELE) o en la de español como segunda lengua (L2), porque gran parte de la temática que se da en las obras actuales ya estaba presente en los textos clásicos: el amor, la muerte, los abusos, la tiranía, la libertad, la amistad…, de ahí que estos puedan ser recuperados y presentados en el aula para que los alumnos los estudien y conozcan parte del patrimonio literario hispánico. Este carácter universal de algunos temas literarios contribuye a que los textos de la Edad de Oro se aproximen al mundo del estudiante, porque también están presentes en la producción literaria de otros países. Por lo tanto, destacaremos la importancia de acercar al alumno a textos clásicos –‌ya sea a través de textos poéticos, dramáticos, narrativos, versiones mínimamente adaptadas u originales– para que se familiarice con los diferentes periodos de la historia y sus conocimientos no queden reducidos solo a la actualidad. Además, destacaremos cómo ha estado presente la literatura a lo largo de la historia educativa, desde la Antigüedad grecolatina hasta nuestros días, aunque no en todas las épocas ha gozado de la relevancia que merece, ya que ha estado excluida en algunos periodos de la enseñanza de la lenguas extranjeras, o no se le ha dado el tratamiento apropiado, porque solo se ha empleado el texto literario como herramienta para adquirir conocimientos lingüísticos, obviando así la parte cultural que estos ofrecen y que resulta de gran interés para los alumnos que se asoman y quieren conocer nuestra lengua y nuestras costumbres. La literatura es un recurso didáctico propicio para la enseñanza de la lengua, pero también de la literatura en sí y de la cultura. Por eso, no debe emplearse solamente para localizar diferentes elementos lingüísticos, sino que debe cobrar el valor que le corresponde.

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