La prescripción (mandar leer) y la mediación (invitar a leer) son dos actitudes bien diferentes ante la educación literaria. Una es de carácter dialógico, la otra se inspira en jerarquías de naturaleza vertical. El adulto-mediador recomienda lecturas y acompaña procesos de configuración de aficiones a la lectura, ha leído y seleccionado los libros que recomienda y cree en su calidad literaria. En sus elecciones, aplica criterios de valoración -que resulta conveniente compartir y constrastar- y que son la expresión de una subjetividad vinculada a las propias experiencias de lectura, la formación, la memoria afectiva… Acerca de los vínculos entre trayectoria personal y profesional habla esta otra, donde se recomiendan 111 lecturas que pueden resultar útiles a otros mediadores.

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