La educación lectora y literaria, y la importancia de implementarla en las instituciones, cobran cada vez más fuerza, pues numerosos estudios muestran que la lectura impacta de manera notable en el desarrollo global del individuo. El proceso lector va madurando paulatinamente por medio de la aplicación de estrategias interactivas que permiten que el texto capte la atención del lector, por lo que es preciso emplear metodologías innovadoras que potencien las diferentes habilidades cognitivas que se desarrollan mediante la lectura.

Para contribuir al desarrollo de la educación lectora, es clave la formación del profesorado, que ha de ser consciente de su rol como mediador entre el sujeto y el texto. En consecuencia, ha de valerse de estrategias, metodologías y recursos novedosos (trabajando, sobre todo, de forma lúdica) que incremente el interés y la motivación del alumnado, ya desde edades tempranas, por la lectura, de forma que se estimule la comprensión lectora y el pensamiento crítico. Pero es asimismo indispensable que el contexto familiar coopere y se involucre en la educación lectora de los niños y jóvenes.

La innovación educativa que se debe llevar a cabo en las instituciones pedagógicas ha de centrarse en el desarrollo de la reflexión crítica y constructiva a través de la lectura comprensiva, incentivando la argumentación dialogada de los conocimientos adquiridos. De este modo, se promoverá una educación basada en la retroalimentación recíproca y la lectura fortalecerá los vínculos entre el alumnado. Por otra parte, la tipología textual, los formatos de lectura y la forma de leer han de tener en cuenta el imparable componente tecnológico de la sociedad actual, por más que estos aprendizajes hundan sus raíces en la lectura tradicional.

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