La competencia comunicativa de un hablante se fundamenta en su capacidad de expresión, es decir, en su habilidad para crear los textos adecuados a las distintas actividades sociales que participa. Argumentar eficazmente sobre un punto de vista, relatar una historia que despierte interés, describir con vigor personas, cosas o ambientes, hacer inteligible una materia oscura o compleja, participar activamente en una conversación, requiere seleccionar los elementos lingüísticos y las pautas discursivas que mejor sirven para cada finalidad.

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