La analogía del palomo está escondida en la introducción del libro Crítica de la razón pura, de Immanuel Kant. El palomo simboliza para Kant el vuelo de las ideas que se elevan por encima del mundo hasta perder su contacto con la realidad. Así es como Platón abandonó el mundo sensible y situó la posibilidad del conocimiento en el ámbito de razón.
La paloma quejica advierte de la insensatez de este planteamiento utilizando los argumentos del mismo autor. Kant lo explica muy bien: Hay dos coordenadas que enmarcan cualquier existencia y que pueden pasar desapercibidas porque son generales y ancestrales: el espacio y el tiempo. Nada ni nadie escapa a su determinación.