Innovación y equidad educativa son dos demandas simultáneas e inseparables para satisfacer las nuevas funciones que se esperan de la escuela moderna del nuevo milenio. Sin un cambio innovador y disruptivo de la matriz escolar tradicional no aumentará la equidad del sistema. Y sin mayor equidad en los resultados, el sistema no será ni justo ni excelente.
Si hemos conseguido cuotas de equidad e innovación interna ha sido a pesar de la inercia del sistema y de su matriz burocrática, enciclopédica y selectiva, pensada para una sociedad que ha dejado de existir. Ha llegado la hora del profesorado y de una nueva profesionalidad docente capaz de redefinir el qué, el cómo y el porqué educan nuestras escuelas.