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La educación crítica e inclusiva se ha convertido en un imperativo ético y vital, en la actual sociedad, ante el auge del fascismo, que estamos experimentando en las actuales democracias de baja intensidad. Necesitamos recuperar y repensar el modelo educativo actual desde las pedagogías del oprimido y de la liberación, de Pablo Freire, que actualmente están siendo perseguidas, en la cuna donde surgieron, por el régimen ultraderechista y fascista del exmilitar Jair Bolsonaro, en Brasil. Desde perspectivas críticas e inclusivas que nos permitan impulsar de nuevo el horizonte de la educación como herramienta de construcción de un mundo mejor, más justo, más humano, más libre, en sintonía con los ideales republicanos de libertad, igualdad y fraternidad.
Necesitamos otro modelo de educación para otro modelo de sociedad donde no sea posible, ni siquiera pensable, el fascismo y sus doctrinas del odio al diferente, de antifeminismo, de antiecologismo y de desprecio a los derechos humanos más fundamentales. Un modelo de educación basado en el bien común. Que defienda y garantice el derecho a la mejor educación posible a todos los seres humanos, independientemente de su clase social, de su etnia, de sus creencias o de su sexo.
Por eso en este libro se plantean propuestas y experiencias que apuestan por un modelo educativo que garantice el bien común de todos y de todas y no el de unos pocos. Que luchan por la mejora de todas las escuelas públicas, en vez de incitar a las familias a elegir y competir, ya que no solo preserva los fines sociales de la educación, sino que garantiza la cohesión social. Que entienden la educación como un bien común, en el que las familias participan, no como clientes, sino como copartícipes activos en la construcción social de una escuela beneficiosa, no solo para sus hijos e hijas, sino también para los hijos e hijas de los demás. Que consideran que la finalidad de la educación es conseguir fundamentalmente el gusto por el saber, el desarrollo moral y la formación de ciudadanía crítica y comprometida con la mejora de la sociedad en la que viven.
Experiencias y propuestas que reivindican una educación laica, que respete la libertad de conciencia de los niños y niñas; una educación inclusiva, que mire desde la perspectiva de un nosotros y nosotras común atendiendo a la diversidad con recursos; una educación equitativa, que ofrezca igualdad de oportunidades no solo de acceso, sino también durante el proceso educativo y al finalizarlo. Que defienden, en definitiva, una educación pública con financiación suficiente para que destinemos los recursos públicos a lo verdaderamente valioso, en vez de dilapidarlo en rescatar bancos y financieras o fabricar armamento para la guerra.
No podemos ser indiferentes ante el odio y la injusticia. Vivir, como decía Antonio Gramsci, quiere decir tomar partido. Por la justicia y la solidaridad. Por eso como plantean Nichols & Berliner (2007) como objetivo fundamental de la educación: “deberíamos ser el número uno en el mundo en porcentaje de jóvenes de 18 años que están política y socialmente implicados. Mucho más importante que nuestras puntuaciones en matemáticas y nuestras puntuaciones en ciencia es la implicación de la generación siguiente en el mantenimiento de una democracia real y en la construcción de una sociedad más justa para los que más la necesitan: los jóvenes, los enfermos, los ancianos, los parados, los desposeídos, los analfabetos, los hambrientos y los desamparados. Se deberían identificar las escuelas que no pueden producir ciudadanía políticamente activa y socialmente útil y divulgar sus tasas de fracaso en los periódicos”.
Por eso, ahora más que nunca, es necesario articular con todas estas experiencias y propuestas un amplio espacio de confluencia en la defensa de este modelo antineoliberal y postcapitalista de educación al servicio del procomún. Un modelo de Escuela Pública que responda al modelo de sociedad que queremos construir. En este libro, la comunidad educativa y social comparte iniciativas y alternativas contra las políticas educativas del neoliberalismo y el neoconservadurismo, que suponen el ataque más grave a la educación pública desde la transición, que nos quiere retrotraer al modelo de escuela decimonónica y que, con la excusa de la crisis, pretenden convertir la educación pública en una red subsidiaria y asistencial, dirigida a los sectores más desfavorecidos y con mayores dificultades de aprendizaje.
Debemos seguir avanzando hacia un modelo educativo que contribuya al éxito escolar de todo el alumnado y a la formación de personas más iguales, más libres, más críticas y más creativas. Lucio Anneo Séneca, en el siglo IV antes de nuestra era, afirmaba: “no nos atrevemos a hacer muchas cosas porque aseguramos que son difíciles, pero son difíciles porque no nos atrevemos a hacerlas”. Tenemos que atrevernos a soñar. Nos jugamos el futuro de nuestros hijos e hijas, y el de la sociedad en su conjunto. Educación o barbarie, no hay neutralidad posible.